8 nov 2008

La Comedia


La comedia de los cinco siglos Hoy función: Portugal celebró a lo grande los quinientos años del desembarco de Bartalomé Dias en las costas del sur de África. Convertido en un gran teatro de la nostalgia imperial, el país puso en escena el osado navegante que había llegado al Cabo de Buena Esperanza en 1487, en una época de alta gloria, cuando Dios había regalado a Portugal la mitad del mundo.
Actores vestidos al modo de los tiempos, sedas y terciopelos, finas espadas, sombreros de mucho plumaje, poblaron una copia exacta del navío de Bartolomé Dias, que se hizo a la mar y puso proa al África.
En la playa sudafricana, estaba previsto, habría una multitud de negros, saltando de alegría y de gratitud ante los navegantes que habían venido, cinco siglos antes, para hacerles el favor de descubrirlos. Pero esa playa era, en 1987, exclusiva para blancos. Los negros tenían prohibida la entrada, por esas cosas del apartheid.

Una eufórica multitud de blancos, pintados de negro, recibió a los portugueses.



La comedia del siglo
En 1889, Paris festejó, con una gran exposición internacional, los cien años de la Revolución Francesa.
Argentina envió una variada muestra de frutos del país. Entre otros, mandó una familia de indios de la Tierra del Fuego. Eran once indios onas, ejemplares raros, una especie en extinción: los últimos onas estaban siendo aniquilados, en esos años, a tiros de winchester.
De los once onas enviados, dos murieron en el viaje.
Los sobrevivientes fueron exhibidos en una jaula de hierro. "Antropófagos sudamericanos", advertía un cartel. Durante los primeros días no les dieron de comer. Los indios aullaban del hambre. Entonces, empezaron a arrojarles algunos pedacitos de carne cruda. Era carne de vaca; pero nadie quería perderse aquel espectáculo horripilante. El público, que había pagado entrada, se agolpaba en torno a la jaula donde los salvajes caníbales disputaban a zarpazos la comida.
Así fueron celebrados los primeros cien años de la Declaración de los Derechos Humanos.






La comedia del medio siglo
Se cumplían cincuenta años de las explosiones atómicas que habían aniquilado Hiroshima y Nagasaki. La Smithsonian Institution anunció, en Washington, una gran exposición. La muestra iba a incluir mucha información documental y numerosas opiniones de científicos, historiadores especializados y expertos militares. También iba a ofrecer testimonios de los protagonistas, desde el coronel que comandó los bombardeos, a quien aquel asunto nunca le había quitado el sueño, hasta algunos japoneses sobrevivientes, que habían perdido el sueño y todo lo demás.
Los visitantes de la exposición corrían el peligro de enterarse de que la multitud asesinada desde el cielo estaba formada, en su mayoría, por mujeres y niños. Y, peor todavía, la amplia documentación reunida podía informarles que las bombas no habían sido arrojadas para ganar la guerra, porque la guerra ya había sido ganada, sino para intimidar a la Unión Soviética, que era el próximo enemigo.
Para evitar esos graves riesgos, la muestra se anunció, pero nunca ocurrió. Todo se redujo a la exhibición del Enola Gay, el avión que había descargado las bombas, para que los patriotas fervorosos pudieran besarle la nariz.


Historias: De esas que andan en el mundo volando en el aire esperando que alguien las ponga en un libro.

El que las puso en un libro: Eduardo Galeano, un señor al que le gusta juntar historias.

La que puso en el blog las historias puestas en un libro: La Ratita, que quiso dignarse a pasar y a dejarnos pensando un poquito.

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